martes, 11 de septiembre de 2012

Y hoy mendigo, en busca de un poquito de tu cielo .


Yo no soy de las chicas a las que estás acostumbrado, a mí con prometerme el cielo y decirme dos piropos bonitos, no me vas a tener de rodillas. Tú lo sabes, pero aún así, acabamos decenas de noches pensando el uno en el otro, soñando como acabar empapados en sudor. Solo quiero ese momento, ese silencio, y tu cabeza hundida en mi cuello. Los dos sabemos que nunca llegaré a creerme tus piropos, pero nos volvemos locos, aunque no lo digamos.

Prometo no molestarte. Podrás seguir viendo tu programa en la televisión, o con el iPhone entre manos, o simplemente callado pensando en el bar donde has quedado con tus amigos a las diez; no importa. Solo deja que compense todos esas tardes absurdas que te eché de menos...

Quizá puedas pensar que exagero si digo que mi única motivación es poder dormir a tu lado. Ser tuya. Queriendo que me admitas en ti, porque puede que te guste, ya que probablemente huela a vainilla si decides apartarme el pelo y clavar tu barbilla en mi hombro. Y yo, sonreiré, lo tengo claro.
Regálame tus camisetas viejas; las usaré de 'buenos días' que cubran mis rodillas y dejen al descubierto estas clavículas; dejaré que me hagan ver ridícula, diminuta… Todo con la única condición de que tus abrazos por la espalda sean mi desayuno.


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